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martes, 3 de abril de 2012

Creo que me falla.

Tal vez sea sólo la edad, estoy empezando a sospechar que éste es el momento en el que estoy triste de verdad. Hubo veces en las que lloré sin consuelo, pero llegué a la conclusión de que en esos momentos estaba a casi dos días de la llegada de Andrés; esa fue siempre mi excusa. Ahora, esa excusa ya la usé, por eso estoy realmente considerando que por él siento un cariño especial, no es sólo un capricho.

Tal vez sea la mezcla de canciones sentimentales, la armónica voz de Alex Groot a volumen 20, el encierro, la pieza iluminada por la miserable luz del monitor de la computadora, y la suavidad del acolchado de plumas en el que estoy relajando el cuerpo. O tal vez sea simplemente la ausencia de eso que necesito, un par de palabras alentadoras de su parte. Es como si la única persona que me puede consolar es la misma por la que estoy llorando. Y puede haber una gran cantidad de personas que logren sacarme una sonrisa momentánea, pero finalmente las verdaderas son obra suya. Ya las palabras están de más, las lágrimas hablan mejor, no me entiendo yo, no lo entiendo a él, ni a nadie. Las épocas en las que sonreír era como una obligación y no me costaba nada cumplir mi deber, se fueron. Cuando pega el bajón, pega, y pega fuerte y duro. No soy de las que lloran por cualquier cosa, lo hago sólo cuando me es necesario descargarme y no encuentro las palabras, creo que es más bronca que otra cosa. Creeeeeeo, creo, creo, creo, creo tantas cosas que ya nose que creer.

Creo que es hora de bañarme, relajarme y dormir. Hola Lucía (:

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